Madre mía, ¡qué miedo me dan las agujas!
Cuántas veces he leído y escuchado eso. Bueno, recuerdo que,
cuando era niño, yo les tenía pavor a las agujas. De niño yo decía: Si algo
quiero evitar en toda mi vida, son las inyecciones, las agujas… etc.”
La vida es curiosa y, muchas veces, no da donde más nos
duele y, sin darnos cuenta, afrontamos un reto y lo vencemos sin darnos cuenta
de la magnitud.
Ante mi gran miedo en la vida y el deseo de evitar las
agujas e inyecciones en mi vida, de adolescente me hacía diabético, una
diabetes derivada por la Fibrosis Quística. Bueno, donde más me dolía, es donde
me estaba “golpeando” la vida.
Yo te cuento, amigo mío, las inyecciones son necesarias
algunas veces en nuestra vida, ya sea un análisis de sangre, una gasometría,
una inyección de insulina, una inyección de antibióticos y, hasta un
intravenoso. Pero bueno, es algo muchas veces inevitable, conforma parte de
nuestro deber y de nuestra valentía. Sin importar nuestra edad, es nuestro
compromiso con la vida, con el deseo de cumplir sueños y anhelos, dejar ser a
la piel, rendirse ante la aguja y, permitir así que, las cosas fluyan.
Un método que me funcionó muy bien a la hora de los
pinchazos, fue el escuchar a través de los auriculares, música. Al mismo
tiempo, me imagino estando en el lugar más bello que en el que he estado. Otra
cosa que me ha funcionado (para los más grandes… jejeje), es pensar en la
persona especial de mi vida… jejeje”
Recuerda, amigo mío, no más miedos, eres un valiente, eres
un gran ganador, un gran gladiador. A diario demuestras ser todo lo anterior,
así que, qué más da, ceder, fluir que, todo saldrá muy bien.
Diego E. Salinas
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