“Como cualquier otra persona, los que tenemos Fibrosis
Quística, tenemos emociones, anhelos, objetivos y demás. En la adolescencia,
surge un tema que, no siempre es fácil de llevar, de vivir, pero que, no deja
de ser parte de nuestra vida a partir de esta etapa… el enamoramiento”
Viene un camino y un proceso distinto. Una transformación
emerge “sin control”, se le llama adolescencia.
¿Recuerdas tu etapa de adolescente? Bueno, nada, es muy
complicada por diversos aspectos. Para alguien con Fibrosis Quística, puede ser
más complicada por diversos factores.
Como adolescente que fui, recuerdo cuán complicada se me
hizo esa etapa. Una rebelión interior que vivía en mí, un descontrol emocional
experimentaba en mi día a día, pocas cosas lograba comprender y, por ende,
asimilar.
Ser adolescente no es nada fácil y, cuando viene ese
momento, en el cual, comienza el deseo y la atracción “sexual” por otra
persona, a veces con un tono más o menos intenso del romanticismo (según cada
uno), pero es recién esa etapa, en la que, experimentamos tantos cambios.
Hablar sobre el amor de manera objetiva, no tiene razón de
ser, porque los sentimientos como el amor hacia otra persona, pueden ser de las
cosas más extrañas (en cuanto al quién y el por qué), por eso no pretendo
indagar sobre ello. Sobre lo que deseo profundizar es, sobre el cómo manejar
todas esas emociones, cómo hacer para no vernos tan afectados cuando las cosas
no resultan y cómo beneficiarnos cuando las cosas son muy buenas y, hasta mejor
de lo que suponíamos sería.
A mí, el enamoramiento me transformó, lo hizo para bien.
Cuando conocí a una persona en especial, comencé a sentir cosas que jamás había
sentido. Estos sentimientos, me hicieron tener mayor energía, mayor deseo de
hacer todas mis cosas (responsabilidades), me hicieron hacer surgir mi mejor
versión como persona (de aquel tiempo), entre otros beneficios más.
Mi salud, también se benefició, lo cual, era fantástico.
Pero, cuando las cosas no resultaron bien, fue caótica mi reacción, como si
todo mi mundo se desmoronara, todo comenzaba a perder sentido. Mi salud se veía
afectada y, perdía el deseo de seguir haciendo varias cosas.
Por eso es importante, aprender a no entregar el poder a las
decisiones de otra persona o, a las circunstancias que puedan afectar una
relación amorosa o, el intento de la misma.
No es tema fácil, es bastante complicado aprender a manejar
las emociones, en situaciones así, pero se puede lograr.
Es importante siempre que, aprendas a conocerte lo mejor a
ti mismo, a saber, cómo puedes llegar a reaccionar ante ciertas circunstancias
o personas. Valorar que, también tienes la capacidad de salir adelante ante la
adversidad.
Y es que el amor puede ser el sentimiento más majestuoso
existente, pero también puede llevarte hasta abajo (emocionalmente). Cada uno
de nosotros debe saber que tanto poder entregamos.
Diego E. Salinas
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